Retrospectiva y futuro del vending: los desafíos de las empresas del sector y el papel de la administración pública

HOSTELVENDING.com 26/04/2017.- “Las máquinas expendedoras de comida rebosan productos insanos. ¿Hay que regular su contenido o directamente suprimirlas? Salvo contadísimas excepciones, mejor lo segundo”, con estas palabras, la sección de El Comidista de El Páis arrancaba el pasado lunes en un artículo donde no dejó títere con cabeza a la hora de despachar sobre las máquinas de vending.

Bien por desconocimiento del sector, bien por falta de perspectiva,  el problema en el que se incurre en multitud de ocasiones a la hora de hablar de salud y vending es el no contemplar todas las alternativas  que se presentan en el sector para dar respuesta a una demanda que cada vez apunta hacia opciones más saludables.

Como prueba de que esta tendencia es posible, no hay más que echar un vistazo a la hemeroteca y observar cómo a lo largo de los últimos diez años, tanto la composición de los productos, como la oferta y la propia demanda han ido cambiando paulatinamente hacia unos hábitos de consumo muchos más saludables.

Empresas proveedoras de alimentos como GQ Global-JetCatering, Gastro Lunch, Carretilla, Calvo, Isabel, Argal, Florette encabezan una larga lista de que es posible llegar a crear un vending más saludable. Pero es que además este tipo de prácticas han dejado de ser una tendencia para convertirse cada vez  en algo más habitual.

Casual Fruit, por ejemplo, es otra compañía cuyo objetivo es crear una nueva generación de snacks elaborados a partir de frutas y verduras frescas de primera calidad. Frank Tiago Foods, por su parte, se encarga de envasar piezas de fruta ya cortadas de tal forma que se pueden consumir en cualquier parte. Pero también existen otras empresas como Adpan, encargada  de desarrollar productos sin glúten, elaborados de una forma artesanal y rigurosa para adaptarse a un segmento de clientes con unas necesidades muy concretas.

Sin embargo, la creación de este vending saludable, no es algo que únicamente queda en los fabricantes de alimentos. Macedonia Vending Sano, por ejemplo, se trata de un distribuidor pionero en España en lo que respecta  a este asunto. Con experiencia desde el año 2011, se encarga de  preparar todo tipo de productos como sandwiches, ensaladas, fruta pelada y yogures artesanales para distribuirlos en máquinas expendedoras.

A fin de cuentas, todos estos son ejemplos de una gama de productos de IV Gama que se han posicionado como una forma de alimentación alternativa para quienes por, las razones que sean, no disponen de tiempo suficiente como para cocinar sus propios alimentos.

Lo que está claro es que el objetivo y la responsabilidad social de muchas de las empresas que trabajan para este sector no es otro que el de realizar una transición hacia productos con menos grasas, menos sal y azúcares y que, en definitiva, resulten más nutritivos. Asimismo, la erradicación directa de las máquinas de distribución automática ni aporta un beneficio social, ni está suponiendo una solución a una problemática que radica en los hábitos de consumo.

¿De verdad las culpables son las empresas de vending? Hacia un cambio legislativo

También son cada vez más los esfuerzos por parte de la sociedad civil para seguir profundizando en la implantación de una nueva forma de vida que incluya una dieta equilibrada. Este es el caso de el movimiento Gosasun en el país vasco, una iniciativa que ha supuesto toda una revolución en la incorporación de productos saludables dentro de las máquinas expendedoras, de tal forma que el usuario tenga un abanico sobre el que elegir libremente.

No obstante, son las  administraciones competentes quienes deberían encargarse de una forma más exhaustiva el mercado de la alimentación. Así, la Ley 17/2011, de 5 de julio, sobre seguridad alimentaria y nutrición, ha sido igualmente criticada por su laxitud y su incapacidad de establecer unas bases de peso como ya ha sucedido en otros países de nuestro entorno como Portugal o Alemania.

En el caso de España se ha dejado a las distintas autonomías que apliquen las medidas que consideren pertinentes con una eficacia que a día de hoy puede ser cuestionada. Sin embargo, también hay experiencias positivas, como el caso reciente de la Región de Murcia, cuya Consejería de Sanidad publicó el pasado mes de marzo (después de diez años con la propuesta en el cajón) los requisitos nutricionales que deberían recoger las máquinas de vending en los hospitales y centros sanitarios.

Se trata de un simple cambio de normativa que demuestra que no es necesario ni de lejos desterrar la presencia de este tipo de máquinas de los espacios públicos, sino simplemente aplicar un cambio de perspectiva. Con el nuevo paquete de medidas, y para alcanzar una dieta más equilibrada, ha bastado con sustituir la bollería industrial por diferentes piezas de fruta; el chocolate, por lácteos que cumplan con el valor nutricional establecido;  los frutos secos procesados, por nuevos frutos secos naturales o tostados; y todas las bebidas (frías o calientes) por sus análogas con cero azúcares añadidos.

El problema de las licitaciones: nuevas cláusulas que incorporen criterios éticos saludables

Otro de los grandes aspectos criticados de la industria del vending, es lo que puede ser categorizado como su “excesiva presencia” en lugares públicos con productos que difícilmente podrían ser considerados saludables.

Muy en consonancia con la legislación vigente de cada país, debería señalarse en primer lugar a la administración competente que es la que en última instancia decide dónde, cuándo, quién y con qué productos instalará las máquinas de vending. A este respecto, uno de los grandes problemas que se puede apreciar es la falta de una línea homogénea a la hora de realizar este tipo de concursos públicos, dejando al arbitrio de cada administración el decidir la forma en la que se concederán las licitaciones, llegando a cambiar el pliego de condiciones  incluso dentro de una misma administración de una licitación a otra.

Si el objetivo es un consumo saludable, debería comenzar a plantearse igualar todos los procesos con criterios de selección idénticos que apunten hacia una oferta que vaya en consonancia. En su lugar, al consultar el pliego de condiciones de la mayor parte de licitaciones, es posible observar que se concede demasiado peso al factor económico, mientras que los criterios relacionados con la salud y la diversidad de productos son algo residual.

Cuando la rentabilidad económica es ocho veces más importante que la salud para la administración pública

En oposición al canon y la arbitrariedad en las licitaciones, la alternativa es premiar todos aquellos esfuerzos que se realizan por parte del sector no solo para mejorar el producto y el servicio que perciben los consumidores finales, sino para demostrar también que merece la pena seguir luchando en mejorar, innovar y abrir la oferta.

Si el problema planteado son los altos índices de obesidad entre la población española –algo que está más asociado al sedentarismo y a la falta de unos hábitos de alimentación diaria adecuados- se pueden establecer cláusulas en las licitaciones que prioricen especialmente a aquellas empresas del sector ofrezcan entre sus productos unos alimentos que vayan en consonancia con la dieta mediterránea.

En este sentido, desde hace varios años varias administraciones públicas llevan promoviendo la introducción del vending saludable en espacios públicos dando prioridad a aquellas empresas que realicen una apuesta por este tipo de productos. Ahora bien, ¿realmente estos esfuerzos son reales o quedan en algo simbólico?

Si consultamos por ejemplo algunas de las licitaciones de la Junta de Andalucía, entidad precursora de medidas para la introducción del vending saludable en espacios públicos, nos damos cuenta de que dentro del pliego de condiciones para conceder la licitación, los aspectos referidos a la introducción de una comida sana (cuando es que se tienen en cuenta estas condiciones) suman hasta 8 puntos, mientras que el canon asciende a 40 puntos y la oferta de productos asequibles para el usuario 25 puntos.

En otras palabras, los criterios económicos tienen un peso ocho veces superior a los criterios de salud a la hora de realizar las adjudicaciones.

Por  lo que refiere los criterios de comercio justo, calidad del producto o modernización de las máquinas, es posible establecer que la situación es análoga. Para las licitaciones de la Junta de Andalucía en el año 2016, que el producto se basase en un modelo de comercio justo solo contaba 3 puntos; mientras que los baremos que premiaban a las máquinas más modernas, solo sumarían hasta 2 puntos para las más nuevas –y ello midiendo únicamente la antigüedad de la máquina sin tener en cuenta que las características de la misma puedan ser consideradas innovadoras desde el punto de vista tencológico.

Las barreras de entrada para el vending responsable: el Canon

Sin embargo, la ausencia de cláusulas de responsabilidad en las licitaciones no son el único problema. Además, es necesario tener en cuenta la todavía presencia del canon, una cifra económica que suelen cobrar las administraciones púbicas a las empresas de vending por la instalación y explotación de máquinas expendedoras.

A priori, las dos consecuencias que se derivan por la imposición del canon son la exclusión del proceso de adjudicación de estos espacios a los operadores menos rentables –pero que quizás son más responsables en cuanto al producto que ofrecen-, y por otro lado la búsqueda de fórmulas que permitan optimizar los ingresos para compensar las pérdidas ocasionadas por el canon –una circunstancia que normalmente obliga a ofrecer un surtido de alimentos más comercial y que no necesariamente tiene por qué coincidir con uno especialmente saludable.

En definitiva, apostar por el cierre definitivo de las máquinas de vending bajo el pretexto de que son un perjuicio para la salud no parece una idea que pueda sostenerse por sí misma, más aún  cuando España está avanzando a pasos agigantados en materia de limitación de azúcares y grasas para los productos que se distribuyen en máquinas expendedoras.

Además, nada de esto sigue atacando de raíz el problema real, pues el vending no se trata más que de un canal adicional de distribución que da salida a una gama de productos que aún siguen disponibles, y sin las mismas limitaciones, en supermercados, cafeterías, bares y todo tipo de comercios de venta al por menor.

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