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Vending responsable para el público más vulnerable

Vending responsable para el público más vulnerable

HOSTELVENDING.com 10/04/2014.- A falta de una regulación específica que limite y especifique con todo detalle y definición lo que se puede vender o no en una máquina de vending según la localización en la que se encuentre, lo único que queda son los compromisos adquiridos por la industria, el tan utilizado concepto en la industria alimentaria de la autorregulación.

Hay aspectos que están ampliamente cubiertos por la legislación nacional y europea, pero muchos otros totalmente desiertos de directrices. En el vending se hace muy evidente al ser un segmento de distribución de menos impacto que, por ejemplo, las grandes superficies, y en la publicidad mucho más a tenor de los datos.

Y es que la eficacia y la responsabilidad de las empresas en este contexto de autorregulación no ha evitado que las cifras de un problema como la obesidad, que ha dejado de ser anecdótico para convertirse en una auténtica pandemia en las sociedades desarrolladas, aumenten año tras año.

Lo hacen entre la población adulta, pero lo que es más preocupante, entre la infantil, expuesto con toda crudeza a la vorágine de las grandes empresas alimentarias y sus agresivos programas de marketing y promoción.

Los expertos en salud pública vienen advirtiendo de la desastrosa evolución experimentada en los últimos años y, aunque bien es cierto que las cifras han logrado estabilizarse, aún no se ha conseguido dar con la clave para revertirlas y disminuir el número de afectados tanto entre la población infantil como entre los adultos.

Para conocer más sobre lo que se está haciendo bien y no tan bien para atajar las complicaciones en la salud que genera la obesidad, hemos hablado con Miguel Ángel Royo, jefe del Área de Estudios de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.

Implicado desde hace años con la alimentación saludable y con numerosos estudios relacionados con la publicidad dirigida a los menores, el pasado verano publicó los resultados de una investigación llevada a cabo en el año 2008 en el que analizada junto a María Ángeles Martínez-Huedo el grado de cumplimiento del convenio firmado tres años antes por Aneda y el Ministerio de Salud para la adquisición de una serie de compromisos que relacionaban el vending y la alimentación infantil.

Los resultados del estudio no eran muy favorables ni para el vending, ni para la propia asociación de operadores. Sin embargo, desde entonces hasta ahora, seis años después, sí que han cambiado algunas cosas, sobre todo, con la aprobación de la Ley de Seguridad Alimentaria, modificaciones que a su juicio no son suficientes y a los datos se remite: "En torno al 30% de la población infantil tiene sobrepeso y de ellos un tercio padece obesidad, es decir, en torno al 10% de la población infantil tiene obesidad", afirma.

Desde luego no es el vending el único culpable. Forma parte del entorno alimentario que rodea a los jóvenes y ahí aporta su granito de arena al imaginario colectivo que reciben. Relacionado tradicionalmente con un estilo de alimentación poco saludable, todavía no se puede decir que la venta automática sea un aliado de los productos frescos y naturales.

Lo intenta, pero no lo es y esto redunda en la apreciación negativa que los expertos tienen de su implicación en el ámbito escolar.

Las motivaciones que llevaron a Miguel Ángel Royo a promover el estudio estaban claras. Por un lado conocer el estado general de la oferta alimentaria en los centros escolares del vending y por otro ver cuál era el grado de cumplimiento del acuerdo.

"La obesidad es una epidemia y se ha convertido en una prioridad para la OMS en materia de seguridad pública. En nuestro país las cifras eran cada vez más altas y en 2005 se establecen una serie de políticas internacionales en las que se recomienda realizar un seguimiento y monitorización de los entornos alimentarios", señala.

Las máquinas de vending eran un elemento a tener en cuenta y conocida su fama mucho más. "Lo primero que nos llamó la atención del resultad fue que la presencia de máquinas en los colegios de Primaria era más bien escasa. No teníamos datos y cuando se adquiere un compromiso de este estilo entre una asociación y el Ministerio para abordar las condiciones de las expendedoras, esperábamos una oferta mayor, con entidad que justificase el acuerdo".

En los públicos prácticamente no había y en los colegios privados, solo el 9% presentaba máquinas de este tipo.

Vending en parques infantiles

"Lo segundo que nos sorprendió fue que no había conocimiento alguno del acuerdo en los colegios que eran la diana del convenio. Ni localizamos la Guía que se iba a desarrollar ni los responsables de los centros sabían nada de ella", especifica Royo.

Se pone en clara evidencia el fin y la eficacia que tuvo este convenio, ya que el problema era más bien pequeño, al existir poca oferta de vending en estos centros -nada que ver con lo que sucede en otros países con más cultura vending como en el caso de Estados Unidos, donde por cierto la normativa se ha endurecido para eliminar la comida no saludable de las máquinas-, y tampoco se supo cumplir al cien por cien.

El estudio de campo se realizó en 2008 y las cosas han cambiado. No demasiado para ser sinceros en el vending en las escuelas ya que sigue sin estar presente en los centros o con una incidencia mínima, sin embargo, el esfuerzo por que la oferta incluya otro tipo de productos, al margen de las chocolatinas o la bollería, sí está originando cierta transición como establece la normativa aunque no se haya desarrollado reglamentariamente.

La que se anunció como la Ley que iba a acabar con las chucherías, los aperitivos salados, la bollería industrial y los refrescos en las cafeterías y las expendedoras en colegios e institutos, prohibiendo la venta de alimentos y bebidas con un alto contenido en ácidos grasos trans, ácidos grasos saturados, sal y azúcares, todavía tiene un largo recorrido, de ahí que volvamos de nuevo la vista a la autorregulación.

"La de las máquinas vending es una línea de investigación abierta y seguimos trabajando en el tema. Estamos inmersos en un nuevo estudio en el que el objetivo es analizar cómo está la oferta alimentaria en general dirigida al público infantil. Hablamos de máquinas vending, comedor escolar y toda oferta alimentaria que se mueve en el entorno donde los niños aprenden, incluyendo en todo caso la calidad nutricional de lo que se ofrece", nos especifica Royo.

Responsabilidad voluntaria

La autorregulación tiene ventajas y sus inconvenientes. El principal problema cuando hablamos de obesidad infantil es que los inconvenientes tienen tanta incidencia en la salud de segmento tan vulnerable de la población que los errores no se pueden cometer. "No es cuestión de ser defensor o no de ella. Es cuestión de lo que nos dice la evidencia. Y lo que nos dice es que en el pasado, como sucedió con el tabaco y el alcohol, no ha funcionado. También en el presente, en relación con la alimentación y los niños, se está demostrando que no se cumplen los objetivos que se perseguían y esto nos lo dice la evidencia científica", lamenta.

Miguel Ángel habla muy claro sobre este tema y hace referencia a la necesidad de "establecer unos objetivos y compromisos muy concretos y un plazo para cumplirlos". Este es el primer requisito para que la autorregulación funciones, no solo las buenas intenciones. Si no se llega a esas premisas establecidas, "el sistema no es capaz de funcionar y hay que pasar a un nivel más con una regulación específica por parte del Gobierno en el que todo esté muy bien definido".

Y no es una cuestión únicamente del vending, sino más bien de la industria alimentaria en general y, sobre todo, de su capacidad de comunicación en particular. La publicidad se presenta en estos ámbitos como un rival más que un aliado. Echando una ojeada a los resultados del Código PAOS, es cierto "que la obesidad no está aumentando, pero tampoco disminuyendo".

Estamos estancados y en cifras bastante altas y la culpa no es solo del marketing, sino que "influyen multitud de doctores y niveles -familia, entorno, escuela, oferta alimentaria, técnicas publicitarias, recursos económicos, etc.- que hay que afrontar de manera conjunta".

En la actualidad hay una oferta de "productos más energéticos que en el pasado, hay más procesados y tiene que ver con cómo los Gobierno locales, regionales y nacionales legislan y aplican esa normativa o desarrollan medidas de apoyo a las familias para que adquieran más hábitos saludables, tengan más recursos y acceso a este tipo de alimento".

"No podemos afirmar que la obesidad no disminuye por culpa de uno solo de estos aspectos o que funcione o no una intervención concreta. Pero lo que está claro es que las medidas que se están tomando no están atajando el problema", sentencia.

Lo que se está haciendo no está siendo suficiente y eso podemos afirmarlo. "Tenemos un código de publicidad dirigida a niños y el cumplimiento es razonable en muchos aspectos, en otros no. Pero más allá de eso, el nuevo código PAOS no recoge las recomendaciones esenciales de la OMS en cuanto a la calidad de los productos ofertados", alerta. Y es que no se ha regulado la calidad nutricional de los productos anunciados dirigidos a niños. Cualquier producto se puede publicitar todo lo que quiera y con la frecuencia que se quiera por lo que la exposición a productos de alto contenido energético, y menos saludables para los pequeños, sigue siendo muy alta, en contra de las últimas recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud, actitudes que ya se aplican en países como el Reino Unido, donde directamente hay productos que no se pueden anunciar.

El jefe del Área de Estudios de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III se muestra tajante en este sentido, "el producto que no cumpla los requisitos nutricionales establecidos con criterios saludable no debería poder publicitarse y promocionarse en los canales de venta que ellos normalmente utilizan".

Nos confirma que la obesidad ha sido clasificada como enfermedad por la OMS y ya tiene efectos sobre los niños que la padecen, efectos que tienen que ver con un mayor riesgo como padecer diabetes tipo 2, una enfermedad que hasta ahora era desconocida en edad infantil, problemas oteo articulares, problemas de relaciones sociales, trastornos de comportamiento alimentario, riesgo cardiovascular, etc.

Los costes que genera la obesidad son altísimos. Aunque no es fácil calcularlos exactamente -hay estudios que ofrecen aproximaciones-, los costes laborales, sanitarios y sociales hacen de ella una enfermedad muy peligrosa que reduce la esperanza de vida y el rendimiento en todos estos ámbitos.

Por dónde pasan las soluciones

La educación es una parte importante de la solución pero no es suficiente. "Esto se comprueba cuando le preguntas a los niños sobre los alimentos. Saben cuáles son más saludables, el nivel de conocimiento es bueno, pero lo que después se lleva a la práctica es muy diferente", ha comprobado Royo en los diferentes estudios que ha realizado.

No solo hay que saber qué productos saludables comer, también es importante saber cómo cocinarlos para hacerlos atractivos a los niños y cómo acceder a ellos. "Tienen que ser saludables y agradables, hace falta tiempo para cocinar, subsidios para ayudar a consumir productos saludables, educar a los padres para que sepan cómo cocinarlos, cómo manejar a los niños cuando no quieren consumir unos productos o evitar que pidan otros…".

Esta claro que competir con la publicidad es imposible para los padres y si encima esta se apoya en personajes famosos, confiables porque están relacionados con tipos de vida saludable -ejemplo de los deportistas anunciando bollería industrial-, la tarea se vuelve poco menos que quimera. "Si todo el entorno empuja al consumo de productos menos recomendables, los padres no pueden luchar solos. Es muy importante el colegio, el entorno y la oferta alimentaria y aquí entran en juego las máquinas expendedoras".

Si cada uno asume su parte de responsabilidad se podría abordar con garantías. "La industria debe comprometerse a producir otro tipo de alimentos y los canales de venta a incluirlos en sus estanterías", incide. El asunto es que "las medidas que podrían tener más impacto no se están tomando, se avanza muy despacio, habría que dar pasos más decididos en las medidas que podrían tener más influencia a nivel poblacional".

Recuperar la dieta mediterránea en su esencia es otro de los objetivos. A fuerza de utilizar el concepto parece que se ha ido deteriorando. El ritmo de vida nos impulsa a llevar una dieta cada vez menos equilibrada y no por incluir el aceite de oliva es mediterránea, una pizza congelada no es dieta mediterránea, como tampoco lo es tomar fruta en almíbar como si fuera fresca, "cada vez nos alejamos más y consumimos productos preparados, con más grasas y menos ricos en fibra y micronutrientes".

Seguir una dieta saludable conceptualmente es bastante sencillo. Se basa fundamentalmente en productos vegetales y frescos: frutas, verduras, legumbres, cereales. Y a ser posible cereales integrales. Esta sería la primera de las características y la base de la alimentación.

Segunda clave. Cuantos menos azúcares y cereales refinados mejor. Bebidas azucaradas, azúcares simples y azúcares añadidos, bollería, dulces, pastelería, productos ricos en azúcares y grasas de mala calidad se deberían reducir al mínimo o eliminarlos. Productos procesados consumirlos lo menos posible.

También hay que evitar las carnes rojas y sus derivados, ricas en grasas saturadas. Todo el embutido, por ejemplo, cuyo consumo es muy elevado.

Por último, es importantísimo beber agua habitualmente, que sea nuestra fuente de hidratación y que otros líquidos sean excepcionales.

A partir de aquí cada uno se puede confeccionar su dieta saludable.

Los niños dejarán de comer galletas en el colegio

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