Máquinas de fruta para frenar la obesidad infantil en Australia

A los niños de Primaria les encantan las manzanas. A las chicas de Secundaria les gustan las fresas y las uvas. No hay nadie que sienta especial predilección por las peras. Los tomates cherry no están mal y se podría decir lo mismo de las mandarinas.
Ésta es la fría (la temperatura de refrigeración óptima son 3 grados) y dura (o crujiente, si hablamos de manzanas) realidad de la fruta, según los estudiantes del Instituto de Aitken de Greenvale, en Australia. Al menos según Jonathan Sampson, instaló en febrero las primeras máquinas expendedoras de fruta del centro.
Era una especie de ruleta rusa para Mr Sampson y su firma, Schools Go Fresh, una alianza entre RP Vending Machines y un consorcio de agricultores de Yarra Valley, del cual es director de operaciones. Las expendedoras de fruta son populares en otros continentes, pero raras en Australia.
Durante los primeros meses, Mr Sampson repuso él mismo las máquinas, al tiempo que aprovechaba para preguntar a los alumnos por sus preferencias. Sabía que trataba con clientes exigentes, pero también que vendía un buen producto en el momento adecuado, por la actual cruzada contra la obesidad infantil.
El primer paso se dio con unas llamativas máquinas de diseño italiano, que utilizan un sistema sin dinero en metálico, a través de etiquetas con banda magnética. Gracias a un sistema giratorio, los más exigentes pueden examinar y seleccionar la fruta exacta. Los padres controlan la selección, límite diario e historial de compra a través de una cuenta online.
Y entonces llegó la fruta. Traída directamente de los cultivos, conservada a 3 grados centígrados, y con sólo una breve parada en el almacén entre el colegio y la granja...