Polémica y críticas sacuden el concepto de vending saludable

HOSTELVENDING.com 16/11/2017.- Hoy nos planteamos seriamente esta pregunta ante el debate abierto por nuestros lectores y trasladado a las redes sociales. ¿Todo lo que se califica de vending saludable realmente lo es?
A juicio de muchos de los consumidores que se acercan a las máquinas expendedoras lo que se presenta como espacio saludable ni los es ni lo parece. Encuentran las mismas propuestas de siempre solo que con menos azúcar, menos calorías o menos grasas, y esto no es lo que buscan cuando leen un cartel que indica claramente “saludable”.
Las críticas que podemos recoger casi todos los días en redes sociales como Twitter y Facebook tienen parte de razón, sin embargo, ¿estos consumidores que se quejan de la oferta están entendiendo el cambio que se ha iniciado? Probablemente no lo entienden como tampoco son conocedores de las condiciones que caracterizan el canal.
Pero vayamos por partes. El vending siempre ha levantado suspicacias en lo relacionado con la calidad de los productos y lo insano de los mismos. El momento “snack” o “refresco” siempre se ha asociado a alimentos o bebidas de escaso valor nutricional y “peligroso” contenido de azúcar, sal y grasas, un sambenito con el que la industria tiene que lidiar y al que ha decidido hacer frente para, en algunos casos, adecuarse a la legislación, y en otros, satisfacer las demandas crecientes del consumidor.
Esa transformación de la oferta está siendo lenta y responde a un imaginario propio que ha creado el conjunto de operadores en función de las opciones que ofrecen los fabricantes de las principales marcas que podemos encontrar en la vitrina de una expendedora.
No hay una guía común -a excepción de la elaborada en los inicios del Movimiento Gosasun-, ni un lugar al que estas empresas puedan acudir para ver si determinada barrita o determinada galleta o zumo se considera saludable o no. Algunas recurren a los criterios establecidos por la Estrategia NAOS en el Documento de Consenso sobre Alimentación en los Centros Educativos, pero parece que no es suficiente a ojos del consumidor especializado.
Siguiendo con este criterio de limitar el contenido de grasas, azúcares y sal, los restantes alimentos y bebidas distribuidos en los centros educativos deberán cumplir los siguientes criterios nutricionales por porción envasada o comercializada:
• Un valor energético máximo de 200 kilocalorías.
• El 35%, como máximo, de las kilocalorías procederán
de la grasa. Para una porción con menos de 200 kilocalorías,
esto equivale a un contenido máximo de 7,8 gramos
de grasas*.
• El 10%, como máximo, de las kilocalorías procederán
de las grasas saturadas. Para una porción de 200 kilocalorías,
esto equivale a un contenido máximo de 2,2 gramos
de grasas saturadas*.
• Ausencia de ácidos grasos trans, excepto los presentes
de forma natural en productos lácteos y cárnicos.
• El 30%, como máximo, de las kilocalorías procederán
de los azúcares totales. Para una porción de 200 kilocalorías,
esto equivale a un contenido máximo de 15 gramos
de azúcares**.
• Un máximo de 0,5 g de sal (0,2 g de sodio).
• No contendrán edulcorantes artificiales.
• No contendrán cafeína u otras sustancias estimulantes,
excepto las presentes de forma natural en el cacao.
No necesariamente se tiene que incluir fruta y verdura para que la oferta sea “saludable” siguiendo estas recomendaciones, pero cierto es también que por reducir el azúcar de un refresco tampoco se puede calificar este como apto para se etiquetado con un punto verde.
Nada mejor que un ejemplo para entender mejor la controversia. El Hospital de Cruces en el País Vasco, una de las comunidades que más está trabajando por incentivar el cambio en los productos asociados al vending con iniciativas y programas de trabajo concretos destinados a conseguir un mínimo de oferta saludable en los dos próximos años, anunciaba hace unas semanas la inauguración de sus espacios de vending saludable.
Es un centro sanitario y, como tal, se entiende que tiene que estar entre las ubicaciones obligadas a cuidar lo que se vende en una expendedora. Por este motivo recurre a ciertos criterios para transformar la oferta que hasta el momento se tenía, un cambio que llega impulsado desde Easy Vending, empresa operadora que está trabajando de manera específica los córners saludables.
Un usuario del centro realiza unas fotos de los productos seleccionados, entre ellos, chicles, zumos envasados y Coca-Cola y se pregunta si este es un vending que puede cuidar de la salud. La verdad es que no son alimentos que deban identificarse como saludables ni dirigidos a cuidar de la salud pero lo cierto es que tampoco es una obligación de este canal de venta.
“Cuando nosotros decidimos apostar por el vending saludable lo que hacemos es diseñar un nuevo concepto para poder ofrecer otras alternativas al consumidor. No se trata de crear un espacio en el que todo lo que te vayas a encontrar sean alimentos saludables, sino de ampliar las posibilidades en las máquinas con alimentos o bebidas diferentes a las tradicionales, entre las que se pueden incluir frutas o verduras, pero también alimentos dirigidos a celíacos o snacks bajos en calorías”, nos explican desde la empresa.
La cantidad de productos que se pueden incluir en una máquina es limitada y la rentabilidad también, algo que muchas veces no se tiene en cuenta cuando se demoniza al sector. Hallar el equilibrio es complejo y ya lo hemos destacado en más de una ocasión: todavía los niveles de venta de productos saludables no permiten a los operadores dejar de incluir lo que realmente pide el usuario en un consumo por impulso.
No es menos cierto que si el vending quiere evolucionar tiene que tener en cuenta a estos consumidores críticos que sí que se acercan a la máquina, más si tiene el reclamo de saludable, para adquirir una fruta, una ensalada o un producto no elaborado, natural sin más etiquetas, y hacerlo a un precio razonable, otro de los grandes inconvenientes de esta gama de productos.
¿Sería conveniente entonces buscar un calificativo distinto al de saludable?¿Debería el sector de dejar de aprovechar esta palabra tan de moda para ser más sincero con el consumidor? Probablemente la industria debería ser más clara y transparente en este sentido, mientras que desde las instituciones y desde los sectores más críticos debería definirse de manera detallada qué productos sí pueden calificarse como sanos y cuáles no para que el consumidor tenga toda la información necesaria y pueda realizar su compra siendo consecuente con lo que elige.