¿Serán los supermercados los próximos Starbucks? Mercadona despliega sus coffee corners

HOSTELVENDING.COM 01/10/2025.- El presidente de Mercadona vaticinó que en 2050 no habrá ya cocinas en casa; de hecho, se prepara para ir subiendo venta de platos preparados. ¿No habrá tampoco café en casa?, ¿quiere hacerse también con el negocio de Horeca?
Cuando en enero nos preguntábamos si Mercadona retomaría su interés por los coffee corners, quizás no imaginábamos que la respuesta llegaría con tanta contundencia; o quizás sí, porque los supermercados quieren ser la nueva hostelería.
En los últimos meses, la cadena ha empezado a desplegar a buen ritmo un modelo de coffee corner que, además de recordar a ciertos referentes americanos, plantea una disrupción en el equilibrio entre supermercado y Horeca. Y aunque no le ha dado mucha publicidad, la implementación es más que evidente: ya se cuentan cerca de 160 instalaciones, centradas especialmente en tiendas de Madrid y Valencia.
No es la primera vez que Mercadona tantea este terreno. En 2020 ya coqueteó con la idea del servicio de café en formato unattended, un modelo que entonces parecía todavía experimental. Pero ahora, el movimiento se consolida y adopta una forma más reconocible por el usuario final: una superautomática integrada en el recorrido de compra, junto al espacio de Listo para Comer. Un café solo por 1,30 euros, y un cappuccino por 2 euros. Precios contenidos, aunque al nivel del unattended más premium. Eso sí, con una propuesta visual y experiencial que se aleja de lo industrial y se acerca al confort del consumo cotidiano.
Este tipo de soluciones, populares en países como EE. UU. o Suiza, llevan años normalizadas en cadenas de alimentación: allí, el café en el supermercado no es un añadido, es una parte del ritual de compra. En algunos casos, incluso con toppings, solubles, alternativas veganas y tecnología puntera como la de Franke –las vi repartidas por diferentes supermercados neoyorquinos-. La tendencia no es nueva, pero su implantación en España todavía sorprende, especialmente si viene de la mano de un operador como Mercadona, más conocido por su sobriedad que por las florituras.
El vicepresidente de la Asociación Española de Retail, Alfonso Sebastián, compartía recientemente en redes una imagen que confirmaba la dirección del movimiento: una nueva instalación de café en tienda con una máquina superautomática claramente diseñada para encajar en el flujo de clientes (aún tapada). Sin pretensiones baristas, pero con funcionalidad y eficiencia. Todo indica que Mercadona está siguiendo una hoja de ruta muy clara: integrar el café como un elemento más de su experiencia de cliente, de forma natural, cómoda y coherente con su estrategia.
Y aquí es donde se abre el verdadero debate. ¿Estamos ante una amenaza para el canal Horeca? ¿Puede esta fórmula, basada en la inmediatez, sustituir la experiencia de tomarse un café en un bar o cafetería? ¿Es relevante que lo sirva una máquina, o sigue siendo decisivo el papel del profesional? La respuesta, como casi siempre, depende del contexto.
Más que comparar, de lo que se trata aquí es de asumir que hay nuevos momentos de consumo, y que el café para llevar en el supermercado responde a esa necesidad de un extra de energía mientras haces la compra, o con la comodidad de no tener que hacer cola para tomarte algo básico y rápido. Aunque, de aquí a unos años, ¿quién sabe si, cuidando el espacio, el diseño y el ambiente, pueden convertirse en las nuevas cafeterías?
Mercadona, como otras grandes superficies, parece decidida a colonizar esos márgenes. El propio presidente de la compañía, Juan Roig, declaraba hace tiempo que en 2050 no habrá cocinas en casa. Si el cliente va a externalizar cada vez más funciones básicas —comer, beber, organizar su tiempo—, la cadena quiere estar ahí para ofrecérselas. Y si ya ha conquistado la venta de platos preparados, ¿por qué no también el café?
¿Es deseable esta concentración de servicios en manos de unos pocos actores dominantes? ¿Puede una oferta de café automatizada competir en calidad sensorial, social o simbólica con la que ofrece un bar?
Lo que parece claro es que el café como servicio se ha convertido en un nuevo campo de batalla. No tanto por su rentabilidad directa, sino por su capacidad para fidelizar, completar la experiencia de compra y, sobre todo, captar el tiempo del cliente. Porque en este nuevo ecosistema, el tiempo del consumidor es el bien más codiciado. Y si alguien puede acapararlo con una taza caliente, sin colas, sin complicaciones y por menos de dos euros, lo va a hacer.
¿Serán los supermercados los próximos Starbucks? Quizás la pregunta no sea esa. Quizás la pregunta correcta sea: ¿dónde tomaremos café dentro de cinco años, y por qué?














