El Parlamento español dedica el tiempo a la lucha electoral y se olvida de la crisis

El pasado 8 de febrero concluía el plazo para la presentación de ofertas para operar los servicios de vending y cafetería en los edificios del Congreso de los Diputados. Al día siguiente, el mismo Congreso abría sus puertas después de 48 días cerrado, debido al parón vacacional de los diputados.
Cuesta decir que, después de 48 días de vacaciones, sus señorías han vuelto al trabajo, puesto que las cosa continúan igual que antes, o incluso peor.
La imagen dada por nuestros políticos durante toda la semana pasada, con salvadas excepciones (como la del único "hombre de Estado" que parece quedar en el Congreso, Durán i Lleida) ha sido lamentable, como si el periodo electoral fuese permanente y lo único importante fuese mantenerse en la poltrona, por parte del partido que ocupa el Gobierno, o hacer todo lo posible por desbancar a su ocupante, por parte del partido mayoritario de la oposición.
El caso es que un periodo tan duradero de descanso no resultaría escandaloso si, por lo menos, sus señorías hubiesen vuelto con un compromiso constructivo, dejando a un lado las triquiñuelas políticas - que exceden en número para ganar réditos electorales - y mostrando a todos los ciudadanos una postura más o menos cohesionada que se plasmase en un plan serio y exhaustivo de medidas anticrisis.
Todos esperamos más ayudas del ICO, que se vendió como un sustituto social de los bancos y que se está comportando como un autónomo o una PYME más, a expensas de la voluntad de los que gobiernan el capital.
Asimismo, pensábamos que algunas de las buenas medidas que se han aplicado en otros países acabarían por llegar al nuestro. Pongamos el caso de Alemania, y las ayudas que aporta el Estado para completar unos salarios rebajados, pero que evitan incrementar las colas del paro.
Más sangrante es el caso de las PYMEs - sin duda, el mejor motor para luchar contra el paro - y el apoyo que reciben en otros países. El País publicaba hace unos días los resultados de una encuesta del Banco Central Europeo donde, entre otras cosas, se destacaba la diferencia entre la banca francesa y la española a la hora de otorgar créditos a las PYMEs. De este modo, sólo el 7% de las peticiones de crédito por parte de PYMEs eran desatendidas, por el 25% en España, donde, además, sólo el 44% logra conseguir todo el dinero que pide, por el 80% de las pequeñas y medianas empresas francesas.
No obstante, el dato más significativo es que España es el único país, dentro de este sondeo, que considera la financiación como el problema más grave, mientras que para la mayoría de los demás países es la falta de consumidores el mayor problema.
Eso sí; al parecer, hace poco más de un año, contábamos con una de las bancas más saneadas del mundo. Es dudoso que este dato le sirva de consuelo a las cerca de 2.500 pequeñas y medianas empresas que se dedican al vending en nuestro país. Al menos sabemos que el operador que se haya hecho con la licitación de vending y cafetería del Congreso de los Diputados, una vez terminados los 48 días de cierre, podrá sacarle rendimiento a su explotación durante los próximos meses.
Esperemos que este año corran la misma suerte el resto de operadores en "otros centros de trabajo", con o sin la ayuda de los que nos gobiernan.














